Oscuridad
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Hace una semana la península ibérica se apagó de una manera tan fulminante que la ausencia pública de causas obliga a hacerse una pregunta: si no se sabe qué pasó, ¿Por qué no podría ocurrir otra vez?, ¿Por qué esa vez no podría ser de quince horas, sino de quince días?, ¿Qué talón de Aquiles esconde el sistema eléctrico para que, vuelta la luz, sigamos en la oscuridad?
Hace una semana más de 60 millones de personas descubrieron, de golpe, lo frágil que puede ser el mundo si desaparece en un segundo, lo que lo une, lo conserva y lo hace mover. No se pudo descubrir en qué afecta eso a las relaciones sociales porque no dio tiempo, afortunadamente, pero el ensayo pone la piel de gallina. Cualquier esfuerzo por tranquilizar a la gente es poco, cualquier silencio es mucho, cualquier nuevo apagón será la declaración del estado de histeria.